José María López Holgado

EN MI CUMPLEAÑOS

Más los sufridos y menos los gozados
en este día cumplo años. ¡Otro año más!
¿Y, cuántos?  “Chi lo sa”. ¡Son tantos  ya!
que mis neuronas no agoté memorizados.

En la carrera veloz del tiempo alado
la noción borrose del fruto cosechado,
unos días aciagos y otros sublimados,
por mi romántico lirismo idealizados.

¿Viviré un año más, muerta la ilusión,
enferma el alma y llagado el corazón?
¡Oh, Dios! Tú que lees los pensamientos;

que ves en lo más recóndito del alma
la honda angustia de mis sentimientos
¡Dame años postreros en serena calma!

(24 de noviembre de 1995)


RECETA  

-¿Es arte del demonio o brujería
esto de escribir versos? (le decía,
no sé si a Pemán o Juan Ramón
un joven poco culto y preguntón).
Enséñeme, maestro, a poetizar: primero.
siquiera a hacer un soneto chapucero.
-Es preciso no estar en sus cabales
para que un hombre aspire a ser poeta;
pero, en fin, es sencilla la receta.
Forme, mozo, líneas de medidas iguales,
y luego en fila las coloca juntas
poniendo consonantes en las puntas.
-¿y qué pongo en medio? ¡Es el cuento!
En medio hay, chico, que poner talento.

(1995)


INVIERNO Y PRIMAVERA

A mi elegante y guapa
amiga Antoñita García Gamaza,
toda bondad y simpatía.

Llega el invierno y a su paso lento
de viejo milenario sin amores,
truca y marchita las divinas flores
con el helado soplo de su aliento.

Egoísta el decrépito avariento
de luz y melodías y colores
húrtale al sol sus mágicos fulgores,
su flora al prado, la armonía al viento.

Viene después la primavera hermosa
que, juvenil y rica y dadivosa,
devuelve al sol los oros de su llama,

presta de nuevo al viento su armonía
y sobre la parda tierra yerma y fría
los colores del iris desparrama.

(1995)


LA ESPERA

"La hora que pasa hiere y la
última mata"
Pío Baroja.


Del culto al pasado esclavo
las horas tediosas relleno
con nostalgias evocándolo:
cuanto más rico soy en años
son más pobres mis anhelos,
abrumado por los recuerdos
y en aumento mis desengaños
espero de la muerte el sueño.

(1996)

*Todos los poemas publicados en el Noticiero Pradense y en el Cuaderno de Poesía Prado Verso a Beso".


Prólogo escrito por Fernando Sánchez para la publicación de la edición especial del Cuaderno de Poesía "Prado Verso a Beso", 2016.

Siguiendo con nuestro empeño por difundir la cultura local, desde el Ateneo Cultural Almajar, en esta ocasión nos ha parecido conveniente reconocer en estas páginas la labor poética de un insigne pradense ya fallecido, el Dr. López Holgado.
Sabemos que también desarrolló otras dotes artísticas como la pintura o el dibujo, pero nos centraremos en su faceta de poeta, la cual cultivó desde muy joven -ya en 1928 recibió un premio en la Velada literaria celebrada en el Regimiento de Infantería Covadonga (Madrid)-, si bien fue a partir de su jubilación cuando le dedicó la mayor atención. Aunque no se le conoce ningún libro publicado, durante varias décadas colaboró con el Noticiero Pradense, donde año tras año vieron la luz muchos de sus poemas. Con un estilo peculiar, lírico, culto, barroco e intimista; y un vocabulario exquisito y diverso, bien podría englobarse con los poetas del Siglo de Oro. Su poesía, grave, a través de  metáforas, símbolos y alegorías, cala hondo entre los aficionados a este arte. Cabe destacar los sonetos, los poemas metafísicos, sobre el sentido de la vida, de la muerte o el paso del tiempo: “¿Viviré un año más, muerta la ilusión, / enferma el alma y llagado el corazón? / ¡Oh, Dios! Tú que lees los pensamientos; / que ves en lo más recóndito del alma / la honda angustia de mis sentimientos / ¡Dame años postreros en serena calma!”. También escribió exaltando el amor: “¡Oh amor, oh santo amor, límpida fuente/ de virtudes, de venturas y de consuelo,/ que tienes en la tierra tu corriente/ y tu vena purísima en el cielo! ¡Y cómo no, a los paisajes que rodean nuestro pueblo! “Y parece que, en mi Sierra, / derrama más plata la luna / enamorada de esta tierra / que preciosos tesoros encierra / y placentera es cual ninguna”.
Ya, para terminar estas líneas, nada mejor que dejarles con el epitafio que hay en su tumba, escrito por él mismo: “Aquí yace en la paz del Señor, Don José María, vuestro doctor. ¡Por favor…! No avisadme esta noche eterna, ¡tan serena…! Y tranquila, de misterio llena.”

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

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